jueves, 11 de abril de 2019

Por la canción: Del Carmen.

Del Carmen es el proyecto de Felipe Ramos, oriundo de Chillan,en Chile. Con este alias Felipe viene explorando una corriente poco común dentro de la música folclórica: la canción campesina. En este caso hay una linea de distinción importante, el solo concepto de canción campesina puede pensarse desde la idea de una comunidad imaginada que aúna las realidades de muchos pueblos campesinos latinoamericanos; me explico, el hablar de canción, o música campesina, nos permite pensar en un mapa geográfico (que recorre todo el continente) y de realidades (económicas y sociales) comunes. La expresión, los instrumentos, el uso del lenguaje pueden ser distintos, pero las realidades en parte son las mismas (y de hecho Del Carmen canta sobre eso en "Siempre los mismos"). Por eso no es raro que entre comunidades alejadas y no conectadas surjan coincidencias (en lo lírico y sonoro), como bien comenta Felipe en esta nota "hay un vínculo entre la tierra y la gente que está expresado en esos cantos". 

En el caso de Del Carmen "su música tributa la tradición del folclor popular campesino de la zona centro-sur, la música de cantoras anónimas y la poesía rural"; las letras de las canciones ahondan en las realidades más inmediatas: el trabajo, la desigualdad social  y económica, la relación con la tierra como espacio de vida y fuente de sustento; temáticas que Felipe rescata desde la simpleza de  su canto y su guitarra acústica.

A comienzos de este año Ediciones Teratológicas editó de manera virtual, y en una edición limitada en casete, "Gallina Negra", un disco  que compila cuatro trabajos previos lanzados de modo individual por Del Carmen, dando así forma a una obra concisa de 18 canciones.  Por tal motivo resultaba necesario invitar a Felipe a esta sección en construcción en la cual buscamos reflexionar sobre la canción, lo folclórico, lo acústico y cómo puede llegar a representar nuestra historia y nuestro entorno.


Aunque no tengo un conocimiento profundo sobre todas las músicas tradicionales de Latinoamérica, creo que se relacionan entre ellas en la medida que el canto tiene una estrecha relación con la forma que tienen las comunidades de comprender el mundo en cada territorio, hay un vínculo entre la gente y la tierra que está expresado en esos cantos.

También hay que considerar la historia que tienen en común los diferentes lugares de América Latina que ha influido en diferentes momentos. En lo más original ha provocado mezclas de distintas tradiciones (originarias y europeas) que desembocan en expresiones musicales con similitudes entre diferentes territorios, y en lo más reciente en movimientos como el de la Nueva Canción, con exponentes en todos los países que toman algo (mucho o poco) de la música tradicional para cantar letras sociales y políticas.



De niño aprendí a tocar guitarra únicamente, por lo que el escribir canciones con guitarra se dio de manera natural, no lo pensé, no me propuse ser un cantautor, yo necesitaba cantar sobre cómo yo veía el mundo, sobre el lugar en el que yo estaba parado en el mundo, y la guitarra estaba ahí. Ahora pienso que la guitarra también forma parte de eso que yo quería cantar. Hace un tiempo empecé a observar y estudiar la relación especial que existe en este territorio entre cantoras o cantores e instrumento, hay un diálogo emocional entre el ser humano con la guitarra que se manifiesta en ritos y en la poética de los cantos tradicionales, desde que comprendí eso y lo sentí, no me veo sin guitarra.

El marco político de lo que conocemos como canción latinoamericana ya no es el mismo, la ideología a la que adscribió no tiene la fortaleza que tuvo, pero el dolor de la gente sigue, y sentir eso hace cantar. Es el motivo más grande. 

Sobre la línea de lo tradicional, creo que en este tiempo es, incluso quizás más que antes, una resistencia importante el acto de conocer tu origen, aprender de los conocimientos de los mayores y situarte a ti mismo en tu propia historia. En ese sentido me gustaría que la exploración musical estuviese acompañada de una valoración a conciencia de nuestra cultura ya que en algunos casos ha estado vacía de eso.

Creo que es preciso hacer la distinción entre canción acústica y canción tradicional, dentro de la primera cabe todo lo que sea en ese formato, mientras que la segunda involucra algo que va mucho más allá del formato musical, pues tiene que ver con la expresión de la cosmovisión de los pueblos. Puede sonar obvio y parecer innecesario referirse a esto, pero de repente uno ve en medios de comunicación que tienen llegada a muchas personas que tal o cual artista está incursionando en lo tradicional de un territorio, cuando a lo mucho tiene un “aire a” o, en el peor de los casos, va disfrazado de algo. No es que condene la fusión, creo que si a uno le llega algo en particular de una tradición puede tomarlo y trabajarlo artísticamente en lo personal, pero es necesario ser claro y diferenciar una propuesta artística de una expresión originaria. Al final terminan por invisibilizarse las tradiciones de las cuales uno aprende, y hay que cuestionarse si uno está participando de eso. 

Así creo que hay que distinguir entre canción latinoamericana y canción tradicional (o folklórica si se quiere), ya que la primera tiene que ver con una noción de un canto que, si bien mira hacia la raíz, su contenido es principalmente político, en tanto que el canto tradicional se define por ser la expresión cultural de una comunidad.

martes, 9 de abril de 2019

Juguetes para grandes: María Emilia Pérez (Vermillion)

Aunque María Emilia Pérez nació en Venezuela viene  moviéndose por varios países de Latinoamérica durante los últimos años. Ese periplo es parecido al de otros artistas venezolanos que han ido dejando el país, y tampoco es ajeno al éxodo generalizado del pueblo venezolano durante el último tiempo. En ese recorrido María ha ido mostrando y perfeccionando las creaciones de su proyecto personal: Vermillion. Aunque su producción musical aún está en desarrollo — a la fecha María ha lanzado tres composiciones largas a través de Bandcamp — cada una de estas piezas cuenta con una construcción sonora precisa: sus temas suelen estar segmentados reflejando las influencias del proyecto más allá de lo musical. Hay en cierto modo un interés por construir una narrativa a través del sonido en Vermillion, aunque esa narrativa dirige, en buena parte, hacia la pasión de María por las culturas asiáticas, los temas que vienen surgiendo de sus viajes por Ecuador, Chile y Argentina (uno de los cuales presentará en esta nota) muestran una relación más directa con su entorno y sus experiencias de viaje.



Nombre: María Emilia Pérez
Proyectos: Vermillion
Equipos: Notebook (laptop), grabadora de mano, micrófonos de contacto, procesadores analógicos de señal, instrumentos de percusión y controladores midi.

Vermillion es un proyecto que surge a mediados del 2016 con la idea de representar paisajes e historias sobre varios aspectos de la cultura asiática. Formalmente, el proyecto se compone a través de procesos de grabación y edición en DAW´s. En el 2017 realicé un instrumento con materiales reciclados, cuerdas de bajo y un piezo eléctrico. Desde ahí empecé a enfocarme a crear estos “sonidos” a través de estos instrumentos con la ayuda de micrófonos de contacto para amplificarlos y procesarlos.



La música  electroacústica y concreta estaba llamando mi atención,  y es ahí de donde he obtenido referentes imprescindible para la composición sonora. Un ejemplo de la utilización de estos instrumentos con materiales reciclables es una composición que hice para una presentación en Quito, Ecuador.




A partir de allí, en el 2017 empecé a trabajar más sobre la música electroacústica y la idea de poder experimentar libremente sonidos de la cotidianidad con aparatos electrónicos. Texturas, paisajes sonoros y ruidos son los principales elementos que se pueden notar en esta composición.




Al presentarme en vivo, lo que más me interesa es la posibilidad del error y el arreglo, el tener a la mano elementos que me permitan conducir la improvisación a nuevos lugares, partiendo del material previamente recolectado y generar atmósferas que pueda jugar con los límites del concepto de Vermillion. Reaper y Renoise son dos de los programas que tengo a la mano siempre para el procesamiento de audio y los live sets, la generación de notas pedales o drones, la creación de sonidos percutivos que en conjunto me ayudan a buscar una estética sonora en base a la cosmovisión musical asiática de instrumentos como el tsuzumi, el taiko y el koto.

Considero que la experiencia y el replanteamiento constante de las limitaciones de mi proyecto, me ha llevado a explorar otras tecnologías digitales y analógicas, tanto desde la programación hasta la construcción de circuitos analógicos, los cuales voy implementando paulatinamente al proceso que llevo.