Aunque María Emilia Pérez nació en Venezuela viene moviéndose por varios países de Latinoamérica durante los últimos años. Ese periplo es parecido al de otros artistas venezolanos que han ido dejando el país, y tampoco es ajeno al éxodo generalizado del pueblo venezolano durante el último tiempo. En ese recorrido María ha ido mostrando y perfeccionando las creaciones de su proyecto personal: Vermillion. Aunque su producción musical aún está en desarrollo — a la fecha María ha lanzado tres composiciones largas a través de Bandcamp — cada una de estas piezas cuenta con una construcción sonora precisa: sus temas suelen estar segmentados reflejando las influencias del proyecto más allá de lo musical. Hay en cierto modo un interés por construir una narrativa a través del sonido en Vermillion, aunque esa narrativa dirige, en buena parte, hacia la pasión de María por las culturas asiáticas, los temas que vienen surgiendo de sus viajes por Ecuador, Chile y Argentina (uno de los cuales presentará en esta nota) muestran una relación más directa con su entorno y sus experiencias de viaje.
Proyectos: Vermillion
Equipos: Notebook (laptop), grabadora de mano, micrófonos de contacto, procesadores analógicos de señal, instrumentos de percusión y controladores midi.
Vermillion es un proyecto que surge a mediados
del 2016 con la idea de representar paisajes e historias sobre varios aspectos
de la cultura asiática. Formalmente, el proyecto se compone a través de
procesos de grabación y edición en DAW´s. En el 2017 realicé un instrumento con
materiales reciclados, cuerdas de bajo y un piezo eléctrico. Desde ahí empecé a
enfocarme a crear estos “sonidos” a través de estos instrumentos con la ayuda
de micrófonos de contacto para amplificarlos y procesarlos.
La música electroacústica y concreta estaba llamando mi
atención, y es ahí de donde he obtenido referentes imprescindible para la composición
sonora. Un ejemplo de la utilización de estos instrumentos con materiales
reciclables es una composición que hice para una presentación en Quito, Ecuador.
A partir de allí, en el 2017 empecé a trabajar más sobre la música
electroacústica y la idea de poder experimentar libremente sonidos de la
cotidianidad con aparatos electrónicos. Texturas, paisajes sonoros y ruidos son
los principales elementos que se pueden notar en esta composición.
Al
presentarme en vivo, lo que más me interesa es la posibilidad del error y el
arreglo, el tener a la mano elementos que me permitan conducir la improvisación
a nuevos lugares, partiendo del material previamente recolectado y generar
atmósferas que pueda jugar con los límites del concepto de Vermillion. Reaper y
Renoise son dos de los programas que tengo a la mano siempre para el
procesamiento de audio y los live sets, la generación de notas pedales o
drones, la creación de sonidos percutivos que en conjunto me ayudan a buscar
una estética sonora en base a la cosmovisión musical asiática de instrumentos
como el tsuzumi, el taiko y el koto.
Considero
que la experiencia y el replanteamiento constante de las limitaciones de mi
proyecto, me ha llevado a explorar otras tecnologías digitales y analógicas,
tanto desde la programación hasta la construcción de circuitos analógicos, los
cuales voy implementando paulatinamente al proceso que llevo.
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