Hay dos características de las canciones de Luis Baumann que me llaman la atención: la primera, el uso de técnicas que grabación casera y de baja fidelidad; la segunda, sus letras, con las que ha ido construyendo todo un imaginario alrededor de la vida en el conurbano bonaerense. Baumann nació y vive en Los Polvorines, un barrio de raíces populares que él viene retratando desde hace tiempo en sus canciones. Este nuevo disco marca un punto culminante —pero no final— de esas dos lineas: el sonido logrado por Baumann es impecable y una muestra de su habilidad como artista; mientras tanto las letras de "Demasiado pesar para un retablo" (lanzado por Fuego Amigo Discos) muestran una madurez compositiva que genera un efecto curioso: ¿de qué lugar hablan canciones como "Cardos al cardar" o "Transeúnte"? a pesar de su expresa ruralidad y, aparente, lejanía esas canciones retratan la vida en barrios que no están muy lejos — en términos de transporte y geografía— de Buenos Aires, retratan la vida de zonas que aunque en el papel hagan parte de esa super-urbe llamada Gran Buenos Aires, coexisten en una lejanía histórica, social y cultural. Esa condición ha permitido que ciertos rasgos se mantengan y que otros confluyan, gracias a la posición intermedia de varias zonas del conurbano entre la capital y el interior del país.
Probablemente por eso, ciertas tradiciones que han perdido vigencia, o han pasado a ser mal vistas, en el centro de Buenos Aires aún sobreviven y tienen fuerza hacia las afueras. Este disco es una muestra de esa confluencia entre tradición y recursos que, mirada hacia atrás en la discografía de Baumann, brilla por sus huellas. Ya con discos como "Las canciones del cuaderno naranja" ( disco grabado en el 2002 con una grabadora de periodista, una acústica y una caja rítmica) Baumann mostraba su capacidad para hacer canciones profundas y bonitas; claro, la distancia entre la calidad del registro de ese disco y este nuevo lanzamiento, separados por casi dos décadas, no refleja ni el éxito (monetario), ni la entrada en juego de equipos caros y complejos; de lo que sí es prueba, es de los años de aprendizaje y búsqueda artística. Siempre, al fin y al cabo, lejanías todas: geográficas, sociales y económicas, que aunque pesen no llegan a ser suficientes para aplacar la voluntad creadora.
Yo creo que la cultura musical latinoamericana tiene una fuerza y una unión, la canción popular que es carrera y materia de estudio, forzó a los géneros cerrados influenciados por las multinacionales que crean música comercial como material de distracción, también ha resistido en lírica y música a las represiones impulsadas por el imperialismo. Siempre florece la raíz originaria de la música a pesar de invasiones y ninguneos; los intentos de destruir la educación pública y la cultura son resistidos por la canción popular aunque se manifieste en géneros ligados a estas invasiones, distintos a los considerados “populares” ( como el Folklore), siempre se renueva y alimenta de todo esto; justamente esa es la intención de querer fragmentar a la cultura popular haciéndonos creer, por ejemplo, que la cumbia no es cultura. Yo creo, sin ser muy conocedor ni culto, que quizás el problema sea que la ausencia de uniformidad es una sensación impuesta que se está rompiendo, y que lo vacío y alejado de una uniformidad cultural puede estar en cualquier género musical: la canción popular puede adaptarse a cualquier género y ámbito. Se puede plantear la expresión de una canción latinoamericana abordando todo sin olvidar de dónde venimos y de qué lado estamos, en lo social, humano, político, cultural...
La tradición trae reglas que a veces encierran, por un lado deben romperse, por otro es una manera productiva de mantener cosas dignas. Si fuera la memoria tradición, habría ciertas cosas que no permitiríamos en nuestra sociedad, todo en pos de hacer respetar una tradición digna y consensuada por una sociedad cultural; pero bueno, como en todo, se es utilizado para mantener pensamientos sumisos de estructuras dominantes que por lo general infunden el miedo a romper lo establecido, esto atraviesa todos los aspectos de la vida, como la música. Por suerte veo que desde muchos espacios se está generando una tradición más digna y libertaria aunque estas dos palabras en la misma oración suenen contradictorias.
Desde chico estoy junto a la guitarra y la canción. Me contuvo y me contiene; me encantan todos los instrumentos y los uso, hasta la electrónica y la percusión, pero no se por qué me imanta la guitarra y crear canciones. Tengo vagos recuerdos de cuando era muy chico: encuentros de mi viejo y amigos guitarreando y hablando de la vida y de la política, hasta había cassettes grabados de esos encuentros, se hacían canciones de Victor Jara, Silvio Rodriguez, Viglietti, etc … No solo lo relaciono con la juntada, la poesía y la melodía... es un acto mágico. Sentí desde el principio que ese era mi canal de expresarlo todo uniendo historias y mundos.
Noté con el tiempo y las actuaciones en vivo que fue un género difícil de digerir en los circuitos en donde me movía, pero siempre lo hice y visité todo tipo de espacios y trabajé para que la canción de autor deje de ser un adorno secundario de recitales rockeros; quizás sea un condimento más de mi elección, igual, aceptado o no, no me imagino lejos de la canción y la guitarra.
Siempre hay algo político, sensibilidad, descripción y arraigo; como Don Ata (Atahualpa Yupanqui) desde la descripción del paisaje gaucho – indio hasta la situación política– o sentimientos más profundos de la persona, mismo Violeta Parra, Larralde o Zitarrosa y cientos más. La música aborda todo, es la cultura de la que venimos hablando, hay momentos más relajados y otros más tensos y eso influye en los temas de los qué hablar en las canciones. En nuestras actualidades la canción mas aferrada al folclore ha tenido fusiones interesantes. En las temáticas se ha vivido una época de cierto snobismo (en la que me incluyo) pero que no dura mucho, son momentos que está bien mientras no sea eterno: " pa’ que no aburra ni sea funcional a un adormecimiento intencionado desde ma’ arriba vio"
La música acústica es mas asimilable para quienes buscan conectarse con algún tipo de expresión íntima, un instrumento acústico logra otro plano en el sonido, pasan otras cosas, hay aire registrado. La electrónica también es acústica si pasa por un parlante y es tomada por un micrófono, también hay minimalismo (que fue muy bien aprovechado por la electrónica – pop – trap etc..) Hay algo muy interesante en el registro acústico de la música y es que el tiempo viaja de manera sonora, esta esa posibilidad de poder captar un momento especifico y dejarlo plasmado para siempre… la búsqueda de generar intimidad sonora para contar algo es como mirarte a los ojos para decir algo, es distinto lograr una atención más sensible, eso logra el instrumento acústico para mí, la resonancia en el aire y el cuarto siendo parte de la música y de quienes integran ese momento, o amplificado para mostrarlo en magnitudes más grandes; es algo esencial en la música y por eso está presente en todas las formas de crearla.
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