jueves, 2 de agosto de 2018

Estructuras de aire, colonias de soplo, una entrevista con ihä (Ignacio Moreno Fluxa)

ihä, proyecto del chileno Ignacio Moreno Fluxa, ha mantenido un ritmo creativo constante durante los últimos años. En el 2016 apareció "Ironía", al año siguiente "Esperanza", y hace poco tiempo vino al mundo "Estructuras de aire, colonias de soplo". Aunque todos sus trabajos guardan cierta sinfonía no hace falta verlos desde un sentido de progresión; cada uno explora una temática y sonido propios del momento de este músico chileno. No obstante, ¿donde posicionan (y se posicionan) estas nuevas canciones en la carrera de ihä? Esa es una pregunta que podría haber tratado de contestar desde la intuición que parece dar el sonido y sentimiento de este álbum, pero me pareció mas sano charlarlo con Ignacio.

En lo personal, creo que hay un sentido de temporalidad un estas canciones, ihä crea melodías que capturan momentos de tiempo que quedan flotando en melodías suspendidas. Espero que este intercambio de preguntas con Ignacio muestre como se construyó técnica y argumentalmente este disco. "Estructuras de aire, colonias de soplo" esta disponible un CD por Necio Records y en formato digital por "Ce chemin est le bon", el arte y concepto visual del disco fue hecho por el mismo Ignacio bajo su proyecto de collage y diseño No more Fluxa, el cual pueden revisar en Facebook.


Hace ya un tiempo, un año o más, charlamos sobre cómo hacías tu música en la sección “Juguetes Para Grandes”. ¿Consideras que algo ha cambiado, en relación a estos dos últimos discos, en tu estilo de composición y en el equipo que usas?
Sí, ha habido una cierta deriva compositiva e instrumental a partir de Ironía. Ese álbum fue el cierre (y quizá el punto más alto) del drone de guitarras que venía trabajando desde el inicio de ihä, en 2011. Ironía marcó un paso adelante por el uso de loops, algo que no había hecho antes y que se tradujo en un sonido más complejo por la mayor cantidad de capas que le daban forma, aunque siempre desde la improvisación. En el álbum siguiente, Esperanza, seguí trabajando con la guitarra, pero introduje además el teclado, lo cual también me llevó a trabajar en piezas de más de una pista y a desarrollar una lógica de composición espontánea, por llamarla de alguna forma. Y finalmente, en Estructuras de aire, colonias de soplo dejé la guitarra y me centré exclusivamente en los teclados, conservando, eso sí, el espíritu de la composición espontánea recién aludido, que consiste en urdir piezas a partir de líneas melódicas improvisadas en distintas pistas. Dicho de otra manera, el trabajo compositivo se da más a nivel de la mezcla, que se basa en pistas grabadas a partir de improvisaciones espontáneas. Esos han sido los principales cambios.
Cuando se hace música que se basa en el “loop” o la repetición, ¿cómo se plantea el momento de terminar o cerrar un tema? Pregunto esto porque me llama la atención, por ejemplo, “43 puestas de sol”, que tiene un aire circular y dura exactamente diez minutos.
Aunque la repetición es un elemento central en mi música, en Estructuras de aire, colonias de soplo no utilicé loops. En el caso de los discos anteriores, donde sí los usé, el sonido se va desmaterializando por sí mismo a medida que se suman capas a los loops; pierde nitidez y va corrompiéndose paulatinamente, así que los temas terminan de forma orgánica: se cierran, se ponen fin a sí mismos. Volviendo a Estructuras de aire, colonias de soplo, las improvisaciones que dan forma a las piezas que lo componen fluyeron –como es propio en cualquier improvisación– de modo natural, según mi propia emocionalidad en el momento del registro. Es difícil, entonces, responder sobre cuál es el momento preciso para cerrar un tema; sólo ocurre.



Me gustaría que contarás un poco sobre qué inspiraciones hay tras de este nuevo disco. Siento que tiene cierta relación con la memoria y su fragilidad, aunque es una perspectiva personal.
Es difícil decir algo al respecto. No hay una conceptualización a priori que haya marcado la creación del disco, pero sin duda constituye un trabajo que por la vía de una exploración introspectiva busca expresar una emocionalidad contenida, en cierta medida inexpresable, como toda la música que he grabado. Ahora bien, sí creo que esa expresión adquirió aquí un cariz especial, conformándose como una especie de llamado introspectivo que más que dar respuestas, plantea preguntas, evitando, a la vez, el misticismo espiritualista del new age más caricaturesco y desplegando, por el contrario, una búsqueda introspectiva basada en la finitud, lejos de una espiritualidad ingenua, delirante. De cierta forma, y para decirlo con otras palabras, es el llamado a una introspección existencial desde lo finito, pero sin disolver la posibilidad de lo sublime en la experiencia de esa finitud que nos atraviesa (por la muerte, por nuestra corporalidad), es decir, se trata de una suerte de misticismo de la finitud, en la finitud. Una sublimidad terrenal, corpórea, si se quiere. Y efectivamente la memoria y su fragilidad pueden ser elementos constitutivos de eso, en cuanto forman parte de nuestra experiencia de la finitud; en este caso, específicamente de nuestra sujeción al tiempo.
En cuanto a las guías directamente musicales que bosquejaron el camino –aunque sé que la pregunta no apunta exactamente a esto–, me gustaría mencionar a las tres inspiraciones principales en el proceso creativo: Alice Coltrane, William Basinski y Philip Glass.
Estas constantemente trabajando en música nueva, ¿cómo manejas tu tiempo? ¿Consideras que has llegado a tener un ritmo personal creativo, o muchas cosas surgen del momento?
Francamente, no lo manejo, y por lo mismo no tengo un ritmo de creación. Tampoco es algo que busque manejar, parametrizar; no me gustaría que se volviera una rutina. Prefiero que las cosas surjan espontáneamente, cuando siento el impulso genuino de hacerlas. Obviamente esto también tiene su lado negativo: tener que lidiar con la frustración de largos períodos de sequía creativa, pero a fin de cuentas sirve para mantener fresca la motivación y la creatividad, en lugar de obedecer a fines productivistas y a una lógica de la eficiencia, tan propios del capitalismo y, por lo mismo, tan lejos de las artes.


Algunos de tus trabajos anteriores tenían ciertos énfasis en temas económicos y políticos. Sobre eso te quería preguntar dos cosas: haciendo música instrumental, ¿cómo consideras que se construye un mensaje más allá de lo textual que articule algún mensaje? Tus últimos discos se han centrado en temáticas que podríamos definir como existencialistas, ¿por qué se dio ese interés en los últimos años?
En cuanto a la primera pregunta, creo que la experiencia estética de la música se puede expandir más allá de una literalidad demasiado pedagógica, pese a que los músicos recurran habitualmente a esa fórmula. Dado que mi música es instrumental, muchas veces –y creo que aquí tu pregunta se basa sobre todo en el caso de Ironía, de 2016– he sentido el impulso de incluir textos que expliquen la posición desde la cual he orientado el proceso creativo de cada disco, pero me he abstenido de hacerlo porque trazar una ruta demasiado definida también reduce el rol activo del oyente y limita el potencial creador de sentido que la propia interpretación supone. Por lo demás, aunque uno marque una dirección o plasme un mensaje (en mi caso, por ejemplo, por medio de los títulos de las canciones y el arte de los discos), la música termina siendo independiente de uno como creador y será el oyente, finalmente, quien le dé sentido a lo que escucha. Por lo mismo, creo que la experiencia estética de la música es ante todo abierta, y no debería verse obturada por la búsqueda personal de quien la crea, por mucho que haya espacio para trazar una ruta, sea esta literal o no. En suma, entonces, lo que intento hacer es tan sólo esbozar, sin demasiada nitidez, mi posición originaria (si la hay) como creador. Y en el caso específico de mi música, esa posición originaria (si la hay) a menudo se vincula con una búsqueda introspectiva que, según creo, queda muy bien plasmada en las atmósferas que le dan forma a mi sonido, y hay en ello, entonces, el esbozo de un mensaje más allá de lo textual.
Por otro lado, tampoco se trata, ciertamente, de caer en el extremo del silencio en el discurso, que es un riesgo latente (el silencio es la peor de todas las violencias, dijo Derrida) y que en la práctica opera como instrumento reaccionario. Por lo que, si en la música solamente trazo esbozos, en otros espacios busco la manera de contravenir el silencio y dar mensajes claros. Y lo hago sin rodeos, por ejemplo, al definir a ihä como un proyecto abiertamente anticapitalista, antifascista, antirracista, antixenófobo, pro-feminista y pro-LGBTQ+. Es un proyecto de apertura; en ello no puede haber dobles lecturas, e intento asegurarme constantemente de que no haya ambigüedades al respecto.
Con respecto a la segunda pregunta, no se trata de un interés particular de los últimos años. Ese espíritu introspectivo y tal vez existencialista es parte de quien soy y ha estado presente en mi música desde que comencé con ihä, por el sencillo motivo de que ha estado presente en mi vida siempre. Lo que pasó fue lo contrario: llegó un punto en que pese a que lo político está siempre presente, me complicó no estar haciendo más explícito mi posición crítica, lo cual es una necesidad que atraviesa a todo arte, y que para mí es esencial para no quedar a la deriva de la superficialidad propia de la lógica burguesa de la creación artística, que habitualmente se manifiesta, como decía antes, en un silencio cómplice, reaccionario. De ahí surgió, entonces, el interés por desarrollar un disco que hablara desde esa posición (Ironía). En el caso de Estructuras de aire, colonias de soplo, la búsqueda introspectiva ya descrita constituye su elemento central, retomando con ello el foco existencialista que ha teñido siempre mi trabajo creativo.

“Estructuras de aire, colonias de soplo” saldrá a través de tu sello "Ce chemin est le bon" y por Necio Records en Perú. ¿Cuáles son tus planes a futuro? ¿Piensas presentarlo en vivo?
Como empecé a trabajar con atmósferas más intrincadas, no es factible reproducir en vivo mis composiciones, lo que se suma al hecho de que tocar en vivo en solitario constituye un desafío inabarcable para mi personalidad. No obstante esas circunstancias, por un impulso irrefrenable y que aún no halla forma, en octubre volveré a tocar en vivo, después de más de un año sin hacerlo. Por el motivo ya mencionado, no es posible presentar en vivo el disco nuevo específicamente, pero tampoco he definido bien cuál será la nueva modalidad.
En cuanto a otros planes a futuro, tengo algunos lanzamientos planeados para 2018. El más concreto por ahora es la preparación de un compilado de registros en vivo entre 2015 y 2017. Los otros son un par de trabajos colaborativos con otros proyectos, que prefiero mantener en reserva hasta que se hayan definido un poco más.
Sumado a eso, este año han cobrado mayor relevancia mis proyectos paralelos. El segundo álbum de Yaca (dúo de improvisación libre junto a Rodrigo Montoya, del Coletivo Abaetetuba), grabado en vivo en agosto de 2017, ya se encuentra mezclado y está a la espera de ser masterizado. Adicionalmente, este año formé dos nuevas bandas (Degú y Huillín) con las que espero tocar en vivo y eventualmente publicar algo. Así que se avecina un período muy fértil.

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